miércoles, 20 de enero de 2010

Carta de un Valioso Compañero Rotario

Apreciados compañeros Rotarios:

Un día especial en nuestra vida, sin duda, lo fue el de nuestra incorporación a Rotary. Ese hecho fue algo distinto, que de uno u otro modo ha trascendido en nosotros, comprometiendo nuestra gratitud a quien considerándonos dignos de compartir los ideales de Rotary, nos convocó y nos abrió las puertas de esta noble institución.

De ahí en adelante, ganamos al pasar por esta escuela de vida, aprendiendo a trabajar por y para la comunidad, pero sobre todo creciendo como personas, a través del compañerismo, la amistad y la solidaridad.

Si esto ha sido así en vuestras vidas, como lo ha sido en la mía, es menester entonces, que nos detengamos un instante en el camino, y meditemos en lo más íntimo sobre tal acontecimiento, a fin de apreciarlo y valorarlo en toda su magnitud y conocerlo en todos sus fecundas posibilidades.

Sobre Rotary, puede efectivamente exponerse en diversos sentidos; Héctor Odriozola un veterano Rotario, ya decía hace algunas décadas que cada Rotario ve a Rotary de un modo distinto y personal, a través del prisma de sus preferencias, sus inclinaciones y aptitudes. En efecto señalaba, hay quienes como hombres de acción inspirados en un propósito esencialmente práctico prefieren hablar sobre la posible obra de Rotary, proyectarla y planificarla; mantienen una sensibilidad despierta para las necesidades del medio, las detectan, descubren los problemas y plantean la obra rotaria.

Otros se interesan principalmente en los aspectos constitucionales, en Rotary como institución: sus órganos, competencias, los procedimientos instituídos, las normas estatutarias y reglamentarias por las que se rige.

Otros exteriorizan su vocación histórica y estudian el acto de su fundación, las condiciones ambientales existentes en aquel Chicago de principios de siglo y que explican sociológicamente su surgimiento, las etapas de su evolución, los hitos que jalonan su trayectoria.

Otros, por último, se sienten atraídos por el análisis de la doctrina de Rotary, de los grandes ideales en que se basa. Estudio no solo teórico, porque teoría, y praxis están indisolublemente relacionadas: esos principios esenciales de la doctrina son las que inspiran la acción y, en definitiva, determinan su orientación.

Concluía Odriozola, afirmando, que esto es así porque cada hombre es un ser particular, que tiene una mente y un alma propias; en una palabra una personalidad que le lleva, en alas del libre albedrío, a pensar y sentir de acuerdo con las modalidades de su espíritu.

Este libre albedrío, al que hasta Dios respetó al crear al hombre, nos ha dado la diversidad que es una de nuestras mayores riquezas y constituye una gran fortaleza del género humano; pretender extinguirla a efecto que todos piensen y actúen del mismo modo, es lo que podríamos llamar la intransigencia; pero si por el contrario tenemos una formación intelectual y espiritual que nos permite aceptar al otro como a uno mismo; reconociendo su derecho a pensar y creer de un modo distinto, sin que ello disminuya en absoluto nuestro aprecio, estaremos frente a la tolerancia, principio y cimiento esencial sobre el que está edificado Rotary.

Ser tolerante es acatar las razones éticas y morales de la convivencia social; es contribuir firmemente en hacer cada vez más sólidas nuestras instituciones; y en el caso específico de Rotary es ser dignos de haber sido convocados a esta escuela de convivencia que alberga a hombres y mujeres sin distinción de origen, raza, idioma, religión, opinión ó credo, con el mayor respeto de su dignidad y por encima de todo desacuerdo, de tal modo que ese día tan especial de nuestra incorporación lo siga siendo para nosotros y para los demás y sobre todo en el ámbito de nuestro Club en el que se debe vivir y compartir el sentimiento superior de querer a Rotary.

Recordemos siempre que preservar el principio de la tolerancia nos engrandece y sin ninguna duda fortalece Rotary en su búsqueda de la paz y la comprensión entre los hombres y las naciones.

Con el afecto de siempre, vuestro amigo.


Julio César Silva-Santisteban O.

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