domingo, 1 de febrero de 2009

Mensaje del Presidente de RI


Febrero de 2009

Estimados compañeros rotarios:

Crecí en un pequeño pueblo, donde vivieron varias generaciones de mi familia. Viví rodeado de una extensa familia, llena de tradiciones venerables. En ese entonces eran contados los coreanos que se aventuraban a conocer otras tierras y, consecuentemente, la influencia occidental era mínima. Mi pueblo natal, mi idioma y mi cultura fueron la base y extensión de mis conocimientos.

A los veintitantos años, tomé una decisión que cambiaría el curso de mi vida. Motivado por mi padre, viajé a los Estados Unidos con miras a encontrar un trabajo y cursar estudios superiores. Mi destino fue San Francisco, donde pasé casi dos años asistiendo a clases y aprendiendo inglés. Para ganarme la vida tuve varios empleos triviales.

Hasta hoy, me es difícil expresar en palabras la manera en que tal experiencia influyó en mi desarrollo personal. Todo lo que veía parecía tan foráneo, hasta las personas. Estando acostumbrado a los familiares rostros de rasgos coreanos, en San Francisco me crucé con personas de todas partes del mundo. Me propuse esmerarme en mis clases de inglés y cumplir lo mejor que podía con mis responsabilidades laborales. Aprendí de primera mano lo que es vivir en una cultura distinta sin entender bien el idioma, lo que es estar al servicio de otros, recibir órdenes sin nunca darlas. Me di cuenta entonces que más allá de los confines de mi pueblo existía un vasto mundo, y gracias a esas vivencias regresé a Corea una persona transformada.

Una vez en Seúl, me incorporé a la empresa de mi padre, consciente de lo que significaba ser un obrero al final de un organigrama jerárquico, y eso influyó en el trato que daba a mis empleados.

Sabía lo que era trabajar una larga y extenuante jornada, lo que me hizo sentir mayor respeto por aquellos que realizaban todo tipo de trabajo. Pero, quizás, lo más importante fue la nueva perspectiva de un mundo que yacía más allá de mi experiencia personal. Sabía, obviamente, que existían cientos de países, con sus culturas y pueblos distintos. Sabía, además, que a pesar de nuestras diferencias, básicamente somos iguales. Y sabía, sobre todo, que siempre hay alguien en algún lugar que necesita la ayuda de otros.

En nuestro calendario rotario, febrero es el Mes de la Comprensión Mundial, ocasión que nos lleva a reflexionar sobre la importancia que revisten la buena voluntad y la comprensión internacional para la causa de la paz. Ocasión también para que evaluemos nuestra participación en la cuarta Avenida de Servicio de Rotary: el Servicio Internacional, puesto que es a través de nuestras manifestaciones de servicio y compañerismo internacionales que lograremos un mañana más promisorio donde reine la paz.

Dong Kurn (D.K.) Lee
Presidente,
Rotary International

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